Page 36 - Manual de buenas prácticas
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junto a otros, en referencia a otros, construyendo un “nosotros”. Por esta misma razón, la RS
se desarrolla desde una “razón sensible” sobre el significado de lo público y de la comunidad.
(PROHUMANA, 2002)
El centro de los temas que conforman la agenda de responsabilidad social de los
medios de comunicación en América Latina son procesos relacionados con el propio
oficio periodístico y sus repercusiones en la sociedad. La calidad periodística (86%), la
política editorial transparente y responsable (80%), la libertad de expresión (80%), la
protección de la información (77%), la integridad periodística (77%) y los contenidos
neutros y balanceados (71%), forman parte de un cuerpo fuerte de acciones de los
medios. Así lo constató la Fundación para el Nuevo Periodismo Iberoamericano
cuando hace unos años realizó un estudio sobre la responsabilidad social de las
empresas periodísticas. Lo que significa que más que acciones sociales particulares, la
responsabilidad social de los medios está asociada con la naturaleza, misión y finalidad
de los medios en una sociedad (Rey, et al., 2008, p. 62).
Una concreción de la responsabilidad de los medios es la autorregulación. Así lo
señalan los Indicadores de Desarrollo Mediático de la UNESCO que afirma que la
mejor garantía para asegurar altas normas éticas y profesionales en el periodismo es la
autorregulación voluntaria, que es asunto de forma y cultura. Las culturas mediáticas
nacionales pueden contar con la institucionalidad de la autorregulación –códigos de
|36| ética, defensorías, comisiones para reclamos, publicación o difusión de retractaciones
y correcciones, etc.– pero pueden resultar ineficaces sin que prevalezca la cultura
del escrutinio público y por parte de colegas. Por el contrario, en algunos casos se
puede lograr efectivamente la autorregulación sin estructuras o entidades nacionales
formales, sino mediante la vigilancia local e interna, la sensibilidad y transparencia en
cuestiones de ética y la exactitud en las noticias.
La autorregulación es más exitosa cuando interactúa apropiadamente con todos los
actores dentro del sector mediático –editoriales y propietarios/as, periodistas– y
también el público en general. Las organizaciones mediáticas deben desarrollar códigos
de conducta ética y profesional que deben formar parte de la práctica cotidiana.
Cuando no se desarrolla la autorregulación de los medios, podrán concentrarse los
esfuerzos en los temas centrales como las denuncias y los lineamientos éticos. “En
los Estados conflictivos, los medios podrán exacerbar el conflicto y odio, pero no se
debe permitir que los esfuerzos por responder a esta situación lleven hacia la censura
gubernamental con fines partidistas. La auto-regulación con apoyo internacional para
la capacitación ética y el monitoreo de los medios es preferible cuando sea posible. No
hay un solo modelo apropiado para todos los contextos”. (UNESCO, 2008, p. 39)
La autorregulación se suele expresar en los códigos de ética, en los defensores de las
audiencias o en los editores públicos, aunque habitualmente es el ejercicio de valores
periodísticos que determinan las prácticas periodísticas y, en general, los modos de
representación de los temas y actores de la sociedad.